Comunicación crítica para tiempos críticos

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Teatro: crónica humana del conflicto

Por Andrés Cuervo*

«Que los traten bien,
porque ellos (los actores)
son los resúmenes y breves crónicas de los tiempos».

W.S.

El teatro es el escenario donde se ponen de manifiesto los conflictos humanos para develar su naturaleza más íntima. El mejor ejemplo de ello está en la más representativa de todas las dramaturgias del más representativo de todos los dramaturgos: Hamlet de Shakespeare. Un príncipe acongojado aprovecha la presencia de una compañía de cómicos para representar el posible magnicidio de su padre a manos de su tío, el nuevo rey, con complicidad de su propia madre. Si su tío y su madre muestran incomodidad frente al espectáculo significará la confirmación de su culpa sobre sus acciones criminales. En efecto, Gertrudis se escandaliza y Claudio manda a detener la presentación en un acto de clara censura.

Nuestra historia, como país, está tan cargada de oscuridades y sin sentidos que, incluso sobre el escenario, donde las mismas luces del teatro deberían esclarecer la conducta humana, los conflictos se presentan de manera nebulosa, fragmentada y confusa. Así es nuestra verdad.

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Víctimas de una guerra ajena

LAS MUJERES Y LAS PERSONAS CON ORIENTACIONES SEXUALES E IDENTIDADES DE GÉNERO, VOCES FUNDAMENTALES DE LA VERDAD

Por Mujeres Nariñenses por la Paz

“Sigo llevando una condena de ser una víctima en tierra ajena”
Esmeralda Muñoz, Pasto, 2018.

La entrega del Informe Final por parte de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, siendo éste un componente del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición pactado en el punto 5 del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una Paz estable y duradera, es un hito importante para el país, puesto que constituye un punto de partida para construir nuestro futuro.

Este trabajo de más de 3 años, que recoge las voces de las víctimas, testimonios de su afectación, de su dolor, pero también de su resiliencia, le permitió a la Comisión plantearle al país unas recomendaciones y reflexiones sobre lo que sigue ahora con el pasado cruel que dejó y sigue dejando el conflicto armado interno.

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A los trancazos

Por Gustavo Montenegro Cardona

Al parecer, una buena parte del mundo sigue pensando que los problemas, los desencuentros, los disensos se resuelven a trancazos, a punta de golpe, yéndose a las manos. Los colombianos cargamos con la huella fatídica de asumir como hecho natural que las trompadas son la mejor manera de resolver nuestros asuntos. Como imagen mítica y un icono establecido se preserva el cuadro donde se retrata la gresca entre Pantaleón Santamaría contra José González Llorente, que representa lo sucedido aquel 20 de julio de 1810, fecha que marcó el punto de arranque de la gesta de independencia.

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Derribar monumentos

Por David Paredes

En los últimos meses ha quedado claro que los procesos de organización social pueden ir más allá de la manifestación y la protesta. Lo visto en las jornadas de movilización y en algunos escenarios de resistencia permanente parece anticipar un proceso que podríamos reconocer como reinvención de las estructuras sociales. Así las cosas, puede sobrevenir un período aún más largo de resistencia, que tomará diferentes formas y rumbos y que precisa de reflexiones en torno a la interacción de las fuerzas sociales implicadas.

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Las marcas de «los pájaros»

25 AÑOS DE CÓNDORES NO ENTIERRAN TODOS LOS DÍAS

Por Lidya Inés Muñoz
Historiadora

“… o una cruz o una lanza, pero era seña indeleble para que nadie ocupara la casa y la ruina entrara para siempre desde fuera”.

Corre el año de 1971; en el sector norte de Pasto, el viento alisio sopla demasiado frío. En Torobajo el olor del río próximo incomoda las horas que pasan muy lentas pero propician el refugio contra el tiempo. La luz es escasa, alguien suelta la memoria y escribe: “Tuluá jamás ha podido darse cuenta de cuándo comenzó todo, y aunque ha tenido durante años la extraña sensación de que su martirio va a terminar por fin mañana…”. Así comienza la historia de la muerte y de la vida en extraño forcejeo, en el lugar del Valle del Cauca, que detrás de la novela retrata fielmente el escenario social y político de Colombia, en los años 50.

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Duque: ¡No queremos más velorio!

Ilustración: @sintrazo

Por Diana Martínez Cabrera

Después de la masacre registrada el 16 de agosto de este año en el municipio de Samaniego, el pasado sábado 22 el Presidente Iván Duque hizo por fin su arribo al territorio: una multitud de samanieguenses recibieron al mandatario con rechiflas, gritos de «queremos paz» y algún reclamo puntual para que cumpla con los compromisos del Acuerdo de Paz. Como era de esperarse, Duque hizo convenientemente oídos sordos a todo y, en cambio, se pavonéo por las calles del municipio y se dirigió en plaza pública a los y las asistentes que esperaban una respuesta institucional a la gravísima crisis humanitaria. Y la respuesta llegó, claro que sí: después de una andanada de críticas y reproches al gobierno Santos, el presidente sacó su as bajo la manga y ofreció… ¡la construcción de un estadio!

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Editorial: Retorno a la barbarie

Mural alusivo al Concurso Departamental de Bandas de Música de Samaniego, Nariño.
Foto: Gustavo Montenegro.

Colombia es un estado barbárico. Más que barbárico, es un estado salvaje. En los manuales de historia al uso se suele afirmar que fue la invención del lenguaje escrito lo que permitió a los seres humanos superar la barbarie y entrar en la etapa que conocemos como civilización. Hoy, parece evidente que ningún lenguaje parece describir el horror de la realidad; la verdad de la muerte se impone sobre cualquier otra realidad simbólica o discursiva. Navegamos en un mar de palabras que ya no bastan, que ya no describen el mundo ni son reflejo de la cruda realidad que nos circunda. No terminamos de llorar a los muertos de ayer y ya estamos llorando los de hoy. Retorno a la barbarie.

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La acción violenta

Por Camilo Parra

En la actualidad, hablar de violencia o siquiera mencionar la palabra en su marco histórico genera en los receptores una prevención notoria, propiciada las más de las veces por un significado superfluo y confuso, asociado a comportamientos que se consideran agresivos y lesivos para la convivencia. Dice George Lakoff que cuando se oye una palabra se activa en el cerebro su respectivo «marco», que son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo; los conceptos incrustados en nuestra sinapsis -los cuales estructuran nuestro modo de pensar- difícilmente cambian por un nuevo hecho. Es decir, que si los hechos no encajan en determinado marco, este se mantiene, los hechos rebotan y preferimos ignorar lo que no encaja con nuestra visión del mundo.

En el contexto actual, la palabra «violencia» está asociada, entre otras cosas, a las acciones que llevan a cabo muchos sectores sociales a la hora de tomarse calles y plazas; a la vez un estigma y un descalificador. Es por esto que creemos necesario desglosar el concepto de violencia para redirigir su concepción a una forma válida de la protesta en un contexto determinado, dando forma a una reflexión de la acción violenta política espontánea y también la organizada.

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El tal conflicto armado sí existe

Por Wilmer Rodríguez

Existe una violencia silenciosa e invisible detrás de cada acto de violencia física. Un conjunto de representaciones, imaginarios, que hacen parte de una estructura cognitiva mayor que legitima o crea la apariencia de normalidad de nuestros actos. Bourdieu acuñó el termino «violencia simbólica» para referirse al conjunto de disposiciones y visiones impuestas que determinan formas de percepción y representación del mundo. En esta perspectiva, una de las formas más efectivas para legitimar o construir la dominación social consiste en imponer la visión del mundo de un grupo dominante. Leer más

Las estrellas son negras: Una reflexión política de la novela de Arnoldo Palacios

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Por Wilmer Rodríguez

Y como cada hombre nacía bajo el signo de una estrella, Irra iba a ser el depositario del destino de los hombres. Iba a darse cuenta de por qué unos nacían bajo el signo de una estrella buena. Y conocería por qué otros hombres nacían bajo el imperio de una mala estrella.
Durante la noche brillaban millares de estrellas en el firmamento. Unas titilaban como la verde candelilla entre el verde follaje del bosque.
Otras inundaban el cielo azul y la parda noche con el purísimo brillo del diamante.
Miles casi no se advertían, sino que navegaban en el universo, como navega una gota de lágrima sobre la mejilla de una niña.
¡Oh, influjo implacable de los astros sobre el alma de los mortales!
¡Oh, Dios! ¿En cuál estrella pusiste mi llave?
Algunos nacemos para morir sin tregua… Otros nacen para la alegría.
Son estrellas diferentes.
Las de ellos titilan eternamente y tienen el precio del diamante.
Y la mía, Señor, es una estrella negra… ¡Negra como mi cara, Señor!

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