Por David Paredes
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Las mediciones de popularidad se cifran sin explicaciones, presentan un porcentaje seco, sin acotación. De todos modos, el presidente Iván Duque ha dicho que no gobierna para las encuestas. Ahora está en la misma tribuna de Peñalosa: “Impopulares, pero eficientes”, reza una de las campañas del alcalde. Como quiera que sea, se hace evidente una brecha insalvable entre el proyecto del gobierno y el proyecto de las personas a quienes ese gobierno pretende representar.
Y es contradictorio hacer referencia a la representación cuando las decisiones de un gobernante parecen contener otro mensaje: “voy a hacerlo a mi modo, porque es cuanto ustedes necesitan aunque no lo entiendan/no lo puedan ver/no quieran/ no estén de acuerdo”. En esta actitud hay, cuando menos, desprecio por la visión de un porcentaje de la población, ponderación de la élite presuntamente especializada y arrogancia, pues no cabe ni una mínima probabilidad de que el funcionario acepte sus errores.
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