Por Camilo Parra
Dedicada a los y las compañeras del equipo Columna Abierta / Incómodas
Es verdad lo que criticaba Carolina Sanín al inicio de las campañas presidenciales sobre el uso de palabras que, a veces, de tanto repetirlas pierden su significado. El tema “histórico”, por ejemplo, pierde su sentido cuando no hay gente que se identifique con él. Sin embargo, en cada elección vemos personas maravillosas que nos dejan marcada cada etapa con una palabra, con su apoyo, con una canción, con El amanecer. Este solo ejemplo, sumado a los multiversos de una posible vida de Petro como cafetero, campesino, minero, etc., nos hace sentir la confianza -que al fin y al cabo es lo importante- de que estamos del lado correcto de la historia, que este momento es efectivamente histórico, como lo será todo aquello que avancemos de aquí en adelante. Qué bonito será ver a la gente haciendo historia.
Dejemos atrás este país sostenido por las lágrimas del desespero, edificado con tanto dolor que duele solo mencionarlo; superemos, les propongo, el himno nacional que nos ata a ese sentido de pertenencia tan rancio de nuestra miseria, y hagamos cesar en adelante las horribles noches con El amanecer de Velandia, Lizcano y Cely. Démosle un respiro y un nuevo relato a lo que llaman patria, como si al escucharla nos desdobláramos hacia esa nueva Colombia donde recuperamos las palabras y hacemos de la realidad nuestra un «te quiero como me quieres».
Tenemos, muchos y muchas, el anhelo de vivir libres y tranquilos en la montaña cambiando ese estigma según el cual vivir en el campo es sinónimo de miedo y de confrontación armada. Esta tierra cansada, tan cansada como quienes pisamos su suelo, ha despertado hoy del letargo y el desasosiego. Desasosiego e impotencia por cambiar algo, expresar nuestra opinión, movilizarnos, organizarnos. Un desasosiego que nos hace perder nuestros sueños, que alimenta la creencia de que nuestra tragedia es la realidad más conveniente, haciendo imposible su transformación.
Pienso y me traslado a este próximo domingo, como quien renace y encuentra su premio al ver felices a millones de personas que nunca dejaron de soñar con esta oportunidad de cambio.
Tenemos un encantamiento y no por Petro y Francia, por quienes vamos a votar este próximo 19 de junio, sino por una lucha incansable que va más allá de estas letras y que a mis amigas, amigos, compañeras, compañeros que me conocen saben que es por ustedes. Ese encantamiento sigue y los desencantos son simplemente algo pasajero. Seguiremos firmes, asumiendo la política que queremos hacer: la política del amor, la cohesión, y algo de misterio sobre el futuro. No hicimos campaña, estuvimos cantando y bailando por que estos momentos han sido alegrías. A ustedes mi abrazo. Vamos que ganamos.
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