Fotograma tomado del video de la canción El amanecer de Edson Velandia y Adriana Lizcano

Por Camilo Parra

Dedicada a los y las compañeras del equipo Columna Abierta / Incómodas

Es verdad lo que criticaba Carolina Sanín al inicio de las campañas presidenciales sobre el uso de palabras que, a veces, de tanto repetirlas pierden su significado. El tema “histórico”, por ejemplo, pierde su sentido cuando no hay gente que se identifique con él. Sin embargo, en cada elección vemos personas maravillosas que nos dejan marcada cada etapa con una palabra, con su apoyo, con una canción, con El amanecer. Este solo ejemplo, sumado a los multiversos de una posible vida de Petro como cafetero, campesino, minero, etc., nos hace sentir la confianza -que al fin y al cabo es lo importante- de que estamos del lado correcto de la historia, que este momento es efectivamente histórico, como lo será todo aquello que avancemos de aquí en adelante. Qué bonito será ver a la gente haciendo historia.

Dejemos atrás este país sostenido por las lágrimas del desespero, edificado con tanto dolor que duele solo mencionarlo; superemos, les propongo, el himno nacional que nos ata a ese sentido de pertenencia tan rancio de nuestra miseria, y hagamos cesar en adelante las horribles noches con El amanecer de Velandia, Lizcano y Cely. Démosle un respiro y un nuevo relato a lo que llaman patria, como si al escucharla nos desdobláramos hacia esa nueva Colombia donde recuperamos las palabras y hacemos de la realidad nuestra un «te quiero como me quieres».

Tenemos, muchos y muchas, el anhelo de vivir libres y tranquilos en la montaña cambiando ese estigma según el cual vivir en el campo es sinónimo de miedo y de confrontación armada. Esta tierra cansada, tan cansada como quienes pisamos su suelo, ha despertado hoy del letargo y el desasosiego. Desasosiego e impotencia por cambiar algo, expresar nuestra opinión, movilizarnos, organizarnos. Un desasosiego que nos hace perder nuestros sueños, que alimenta la creencia de que nuestra tragedia es la realidad más conveniente, haciendo imposible su transformación.

Resignificar las palabras y crear un nuevo relato son tareas que hoy se evidencian en el discurso amoroso y conciliador de Francia Márquez; en un país cargado de odio, Francia ha izado la bandera de la reconciliación para superar un historial de venganza. Pienso, tal vez con la emoción (espero no equivocarme), que el reto de hoy es alcanzar el cambio, pero no a la manera delirante y caricaturesca de Rodolfo Hernández, nuestro aspirante a dictador bananero, sino en un cambio tranquilo, una transición hacia la democracia real que plantean Francia y Petro, un cambio «responsable», como con acierto lo llama Alejandro Gaviria. Con no menos certeza, pero con más poesía, Edson Velandia, el músico de Piedecuesta, nos invita a un nuevo amanecer, un nuevo ciclo en el que renazca la primavera, recojamos los frutos de quienes luchan de manera incansable y podamos mirarnos a los ojos sin la amenaza de la guerra.

Pienso y me traslado a este próximo domingo, como quien renace y encuentra su premio al ver felices a millones de personas que nunca dejaron de soñar con esta oportunidad de cambio.

Pienso en las compañeras y compañeros que han derramado tantas lagrimas por este país y que el domingo obtendrán su recompensa; pienso en abrazarles a todas y todos como quien intenta acariciar la frente de un ser amado, como tratando de transformar simbólicamente esta tierra en una persona y decirle al oído que estoy aquí, para ti, y que siempre seré parte de su resistencia; que ya no es necesario que vuelvas a sufrir tanto como los hemos hecho; que no nos demos tan duro; que podemos vivir un momento de tranquilidad y liberar las mariposas que encarcelaron nuevamente con el sueño de la paz. Y porque, en últimas, quienes hacemos parte de este cuento, pase lo que pase, estaremos siempre dispuestos a construir otro relato para nuestro país.

Tenemos un encantamiento y no por Petro y Francia, por quienes vamos a votar este próximo 19 de junio, sino por una lucha incansable que va más allá de estas letras y que a mis amigas, amigos, compañeras, compañeros que me conocen saben que es por ustedes. Ese encantamiento sigue y los desencantos son simplemente algo pasajero. Seguiremos firmes, asumiendo la política que queremos hacer: la política del amor, la cohesión, y algo de misterio sobre el futuro. No hicimos campaña, estuvimos cantando y bailando por que estos momentos han sido alegrías. A ustedes mi abrazo. Vamos que ganamos.


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