Foto: Twitter Gustavo Petro

Por Wladimir Uscátegui

El candidato a la Presidencia de Colombia por el Pacto Histórico, Gustavo Petro, anunció hoy oficialmente que su fórmula vicepresidencial será la activista ambientalista Francia Márquez Mina, decisión que muchos y muchas exigían como justo reconocimiento a la excelente votación de la lideresa en la consulta interna del pasado 13 de marzo, lo que la erigió como la figura más promisoria de la escena política actual.

Sin embargo, y a pesar del entusiasmo generado por los resultados electorales de la hoy fórmula vicepresidencial, no fuimos pocos quienes consideramos que Francia merecía algo distinto a la Vicepresidencia, especialmente teniendo en cuenta que ese cargo ha sido meramente accesorio, casi un adorno inútil de nuestro sistema político. Un Ministerio, decíamos, sería lo más conveniente, pues como jefa de una cartera con un presupuesto asignado, esta mujer podría hacer mucho más, podría catapultarse hacia el futuro de manera autónoma, sin resignarse a vivir y crecer bajo la sombra de Petro.

Pero precisamente porque el cargo de «vice» está imbuido de cierto simbolismo, quienes exigían esta designación tampoco estaban del todo errados: el Pacto Histórico ha sido un movimiento político de símbolos, que ha reivindicado, por ahora de manera mayormente simbólica, el rol de las mujeres, las negritudes, las víctimas y, por extensión, de los grupos sociales y comunidades tradicionalmente excluidas y vulneradas. Pero no solo eso: la extraordinaria votación de Francia en las elecciones del 13 de marzo dignificó también el casi olvidado “voto de opinión”, confirmando que no es minoritario el sector de la población que aún apuesta por proyectos que, en los números, parecían “inviables” o decorativos, como había sugerido el también precandidato Jorge Robledo.

Así pues, el anuncio de Francia como fórmula vicepresidencial robustece al Pacto tanto en el aspecto simbólico (la primera mujer afro, víctima del conflicto, que llegaría a ocupar dicho cargo) como en el campo electoral, pues hoy nadie duda que Francia jalonaría un electorado aún mayor que el que votó por ella el 13 de marzo. Petro ha sido un candidato que ha generado unas simpatías populares inéditas, pero también no pocas antipatías y se sabe que muchas personas, incluso progresistas, sienten aún cierta resistencia hacia su persona. La designación de Francia como fórmula paritaria (“no somos uno y dos; sino uno y una”, dijo Petro en su discurso) refuerza los sentimientos de simpatía hacia el proyecto del Pacto y legitima aún más al propio Petro, a quien ya nadie podrá reprocharle deslealtad o frío cálculo electoral.

Pero el anuncio de esta mañana sirvió también para despejar, de manera por demás inteligente, la duda que carcomía a lxs seguidores de Francia sobre cuál podría ser el mejor rol que podría desempeñar ella en un más que probable gobierno progresista. Ministerio o Vicepresidencia era el dilema. Y la respuesta ha sido más que salomónica: Francia será Vicepresidenta, sí, pero no solo eso, sino que será también la jefa de cartera del nuevo Ministerio de la Igualdad. (Me atrevo a pensar que Petro se copió esa idea después de su encuentro con Irene Montero, actual Ministra de Igualdad de España, con quien coincidió en la posesión del presidente Gabriel Boric en Chile).

De ese modo, Petro y el Pacto dejan claro que Francia no es solo una figura instrumental sino que tendrá un rol determinante en el gobierno por venir. Dice María Jimena Duzán en un reciente episodio de su podcast en el que hizo una crónica de la visita de Petro a Chile, que el candidato del Pacto tuvo oportunidad de ver de primera mano cómo y quiénes eran y qué tipo de izquierda proponen esos jóvenes, en su mayoría mujeres, que hoy conforman el gobierno del país austral. Creemos que de esa visita, Petro regresó con la convicción de que es con ellos y ellas, con los y las jóvenes, con las mujeres, con quienes se debe construir un proyecto y un gobierno progresista en Colombia. El anuncio de hoy no deja ya lugar a dudas sobre la verdadera esencia del proyecto político del Pacto y, creemos, se convierte efectivamente en una fórmula capaz de captar las simpatías de las mayorías de este país. Francia y Gustavo, Gustavo y Francia, son hoy los símbolos de un proyecto esperanzador y de largo aliento, el cimiento de una Colombia en donde “todos, todas, todes podamos vivir sabroso”.


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