Por César Junca

El gobierno del Pacto Histórico está iniciando la transformación de las condiciones socioeconómicas en el país, caracterizada por una producción centrada en la vida. Eso implica adelantar la transición energética y modificar la lógica tradicional de la economía del país, impulsando la producción hacia el cuidado y la ampliación de la vida: alimentación
democrática, energía limpia, infraestructura pública, salud preventiva, investigación pertinente, seguridad social justa y educación universal. Es garantizar los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales que es la principal urgencia del país, la deuda de siempre. El Gobierno está poniendo las bases para construir un país que se ajuste a la Constitución, cumplir con el pacto histórico de hace treinta años.

Ese proyecto es amplio y profundo. Amplio en el escenario social: incluye diferentes movimientos, comunidades, organizaciones y actores sociales. Profundo en la dinámica social: aborda problemas sociales, económicos y políticos que se enquistaron como normalidad criminal. Por ello, el proyecto es una tarea de largo tiempo, comenzó hace unos meses y tomará, por lo menos, siete décadas para que se puedan recoger los mejores frutos. Mientras tanto, las tareas serán gigantes y constantes.

Entonces, la lectura, el análisis y la revisión de lo que se va plantando no se puede hacer sobre el suelo apenas labrado, no se puede exigir la cesta llena de frutos cuando la siembra apenas se hizo ayer. Estamos en las primeras horas de una tarea necesaria para hacer renacer la vida en un campo anegado con la sangre de la «democracia tradicional» colombiana. Si algo no podemos dudar es que los problemas en el país son graves por su carácter profundo, complejo e histórico y que, por ello, se han convertido en una segunda piel, como una costra que aparenta formar parte de la vida colectiva, pero que es una herida que es necesario sanar para que la vida siga.

Por su carácter democrático y popular, el pacto requiere de la dinámica de participación amplia y decisoria de las comunidades, los movimientos y los grupos sociales. Esa dinámica requiere encausarse en un proceso político que le dé sostenimiento, permanencia y continuidad. Como los proyectos, los programas y los planes del pacto están basados en el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de las mayorías, necesitan que estas se movilicen a partir de una organización política que les permita garantizar el acceso al poder del Estado: ir más allá del ejecutivo y hacer que los otros poderes públicos se orienten democráticamente de manera más continua para que se llegue a construir una sociedad con una democracia sustantiva y no solo formal.

Las organizaciones, los movimientos y los grupos sociales que participan del pacto, como construcción de país democrático, son la base para la creación de una plataforma política que permita avanzar en una política que garantice sustancialmente los derechos consagrados en la Constitución y avance en la creación de un proyecto socioeconómico centrado en el cuidado y la ampliación de la vida. Estamos pasando por un momento histórico para que el Gobierno profundice sus conversaciones con las comunidades, vaya más allá del desarrollo de las políticas actuales y avanzce en la construcción de un organismo político que oriente la movilización, el apoyo y el sostenimiento del pacto. El Gobierno está en condiciones para crear con las comunidades una plataforma política que permita establecer un partido político que configure una amplia movilización popular en torno a una democracia sustancial desde la organización popular.

Desde aquí se orienta cualquier conversación que puedan tener los diferentes movimientos y partidos políticos que forman la coalición cercana de gobierno sobre la creación de un partido político surgido del ejercicio de Gobierno actual. Es la forma en la que se ajusten las cargas electorales, que suelen saturar las conversaciones de los directorios políticos, a las
dinámicas de las comunidades, las organizaciones y los grupos sociales que acompañan de manera incuestionable el proyecto del pacto, que hacen el pacto en la realidad cotidiana y territorial. Es la forma en que se puede superar el pobre conteo de votos y pasar a la construcción de un movimiento político que oriente la democracia de la izquierda. Que le ponga pueblo a las organizaciones políticas.

Entonces, los políticos de los movimientos y partidos políticos, que acompañan al Gobierno desde la unidad programática (y no aquellos que están por la transa burocrática y de la clientela), no corren el riesgo de suponer que la continuidad del proyecto del pacto pasa por la continuidad de la figura del presidente y que a alguno de ellos le corresponde tomar esa
posta. Porque la continuidad del proyecto no reside en ningún sujeto particular, por muy altas y probas condiciones que puedan tener los políticos que acompañan la gestión del actual Gobierno, porque su dinámica no reposa en los dirigentes sino de las comunidades, las organizaciones y los grupos. Construir una experiencia política democrática es un ejercicio de participación sustancial de las organizaciones sociales que hagan de la dirigencia política servidores de la dinámica popular.

El proyecto del pacto se construye con la participación amplia de los diferentes sectores populares que el país político no ha querido escuchar, es el fruto de una siembra colectiva y extensa que logra tener oportunidad porque el país está transitando el camino hacia el final del narcotráfico y paramilitarismo. Y esa tarea no es fácil, no se hace por decreto ni se impone como destino común, es producto del trabajo mancomunado de las organizaciones, las comunidades y los grupos sociales que consideran que el país tiene que iniciar de manera definitiva su camino por el respeto, el cuidado y la ampliación de la vida como centro de las relaciones sociales.


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