Por Colectivo Simón Rodríguez (Universidad de Nariño)
“La Minga suroccidente hace un llamado a nuestras comunidades, a los sectores sociales y populares del país y a la ciudadanía en general, para que salgamos y continuemos sembrando en las conciencias dormidas y engañadas la semilla de vida, la esperanza y la paz”.
La desatención del gobierno del presidente Iván Duque a las políticas sociales ha generado una ola de movilizaciones de diversos sectores sociales y gremiales que en casi todas las ocasiones ha puesto en evidencia la falta de liderazgo y experiencia del mismo. Hitos como el Paro Universitario del año pasado o, más recientemente, la Minga indígena en el Cauca han puesto en jaque al gobierno y lo han forzado a asumir compromisos que, por ahora, se mantienen al novel de simples promesas. Uno de los objetivos del Paro Cívico Nacional convocado para este 25 de abril es justamente la exigencia en el cumplimiento de los compromisos pactados y la atención a las demandas aún sin respuesta.
En Colombia, se le llama Paro al cese total, aunque temporal, de las actividades comerciales, institucionales y administrativas; en pocas palabras, una huelga general que sigue siendo el mecanismo más universal y el más eficaz en la lucha por los derechos vulnerados. Sin embargo, en el panorama nacional -incluso desde el Paro Cívico Nacional de 1977-, los Paros han sido mayormente fragmentarios, sectoriales, dispersos, regionales, pasan rápidamente al olvido y son relativamente fáciles de disolver mediante la fuerza (muchas veces degradada en franca violencia) de las fuerzas estatales (de hecho, una de las estrategias de todos los gobiernos ha sido precisamente romper la huelga desde adentro con el fin de atacarla y reducirla por partes). En resumen, el paro se sigue practicando muy al estilo europeo -gracias al modelo neoliberal- que hace referencia a una persona en particular que no tiene trabajo, o a una gran cantidad de personas que no consiguen empleo.
Las condiciones objetivas para un Paro Cívico Nacional van variando año tras año pero las razones fundamentales se mantienen, en buena parte porque se mantienen igualmente las élites que dirigen el Estado. Así mismo, sobran razones para el Paro de hoy, pero las organizaciones, colectivos y movimientos sociales deben evitar formular pliegos de exigencia abstractos y demasiado generalistas que impidan conectar con los sectores más amplios de la sociedad. Hay que tener presente que la mentalidad política de la «gente de a pie», no militante, está más fuertemente ligada a sus necesidades más inmediatas que a los proyectos estatales que abarcan una idea global de país. El reto, pues, es saber encontrar una causa común que convoque a la sociedad amplia.
la mentalidad política de la «gente de a pie», no militante, está más fuertemente ligada a sus necesidades más inmediatas que a los proyectos estatales que abarcan una idea global de país. El reto, pues, es saber encontrar una causa común que convoque a la sociedad amplia.
Muchos son los temas que enmarcan la actual coyuntura nacional. Por un lado, está la discusión del Presupuesto del Plan Nacional de Desarrollo y su posterior aprobación; por otro, la política de defensa, fiel copia de la mal llamada Seguridad Democrática; la negligencia del estado con respecto a los asesinatos sistemáticos a los líderes y lideresas sociales; la perpetuación de un modelo extractivista que acaba con los territorios y los recursos naturales; la falta de voluntad política frente a la implementación de los Acuerdos de Paz y los ataques directos a la JEP, entre otros. En medio de todo esto, insistimos, habrá que encontrar la motivación más general, capaz de aglutinar a todos los sectores sociales y gremios económicos y obreros alrededor de una lucha común y direccionada.
En lo que concierne al Movimiento Estudiantil, el Plan Nacional de Desarrollo viene esquivando los compromisos políticos para la financiación de las IES públicas en tres de los puntos mas destacados del pliego acordado, como son: Destinación a las Instituciones de Educación Superior IES de saldos presupuestales apropiados y no comprometidos del Presupuesto General de la Nación PGN, Modificación a los artículos 86 y 87 de la ley 30 de 1992 (revisión de las fuentes de financiación) y Materialización del “Pacto por la educación”. El PND no presenta ninguna estrategia para su cumplimiento y, al contrario, se evidencia el “conejo” a lo acordado en la Mesa de Diálogo. No existen garantías para que los Institutos Técnicos, Tecnológicos y Universitarios (ITTUs) reciban el incremento presupuestal por parte del Estado ni la mesa técnica que buscaría la habilitación de la transferencia de dichos recursos; además, el Icetex seguirá sin reformarse, aumentando más la tasa de endeudamiento.
Capítulo aparte merece la iniciativa del Refugio Humanitario, propuesta hecha desde el suroccidente colombiano cuyo objetivo es lograr el desplazamiento hasta Bogotá de líderes y lideresas sociales de todas las regiones, los cuales demandarán al Estado acciones concretas para frenar su genocidio: «Vamos a construir nuestra propia ruta de autocuidado y de auto protección que es realmente lo fundamental”.
De este modo, a pesar de que se han convocado una buena cantidad de movilizaciones, bloqueos y paros regionales, que reflejan el constante descontento social, seguimos sin encontrar ese punto de inflexión que logre convocar a ese gran Paro Nacional que queremos. Puede que las lecturas de los dirigentes y líderes de las movilizaciones sean metódicas y sigan al pie de la letra el hilo de la historia, lo que implica que su actuar sea coherente a esa pureza ideológica, a pesar de que actualmente esos marcadores de certeza han desaparecido y para tiempos nuevos hay que crear estrategias también nuevas. Esto, si se quiere combatir esa «falta de [una] mirada global de los problemas, la ausencia de ideologías integradoras, la supervivencia intelectual concentrada en el árbol cuando ni se ve ni se entiende el bosque”, como lo expresa Juan Carlos Monedero.
las tareas (…) arrancaron con mucha fuerza y desde abajo: los sindicatos de base, la juventud y el estudiantado, las Juntas de Acción Comunal, las asociaciones de padres de familia, el campesinado y miles de organizaciones sociales más, obligaron a las direcciones sindicales a sumarse al portentoso paro cívico nacional de protesta (…) Se paralizó el país entero.
Hoy ese sentido ha cambiado y es por eso que resulta complicado que quien tenga su tienda o bar pare sus actividades económicas. Sin embargo, la detonación del Paro en 1977 es analógicamente comparable al actual: un contexto convulsionado económica, política y socialmente. Aunque es deseable que el Paro no caiga en vicios partidistas, sí creemos preciso una toma de posiciones clara, especialmente en el contexto actual, de avance de fuerzas fascistas, ante las cuales no se puede asumir una actitud falsamente «equidistante».
Aunque es deseable que el Paro no caiga en vicios partidistas, sí creemos preciso una toma de posiciones clara, especialmente en el contexto actual, de avance de fuerzas fascistas, ante las cuales no se puede asumir una actitud falsamente «equidistante».
El estatuto de la oposición ofrece una buena oportunidad para la conformación de un bloque alternativo a la barbarie, que tiene que ser más que un mero objeto informativo de la política nacional. Este bloque de oposición deberá ser un objeto conducente a encaminar este tipo de propuestas, un gran paro cívico nacional.
Para que esta nueva oportunidad histórica no se esfume y deje de pronunciarse a modo de cliché, se precisa de una visión de presente y futuro, no de resignación; una visión de nación, no de secta y purismo falso; de capacidad y discernimiento, de voluntad de poder alternativa, no de ese conservadurismo arraigado en cada uno de nosotros. Se precisa sobre todo de la confluencia de muchas y muchos, no solo grupos marginales, periféricos y contestatarios, sino de la sociedad colombiana en su totalidad o, al menos, de todos aquellos sectores, que creemos mayoritario, que están viendo vulneradas sus demandas y derechos.
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