Los resultados (aún pendientes de confirmación oficial) de la primera vuelta presidencial en Ecuador han estado teñidos de polémica debido al estrecho margen que separa las candidaturas de Yaku Pérez, candidato del movimiento indigenista y ecologista Pachakutik, y el empresario, banquero y eterno aspirante a Presidente, Guillermo Lasso, de filiación más derechista, quienes se disputan el segundo lugar y, por tanto, la posibilidad de enfrentar en segunda vuelta al candidato Andrés Arauz, de ascendencia correista, quien se ha consolidado en el primer lugar.

En este contexto, los buenos resultados de Pachakutik, movimiento que por primera vez ha mostrado músculo electoral suficiente para disputar la Presidencia del país hermano, han resultado significativos en la medida en que posicionan a su candidato, Yaku Pérez, como figura determinante de las elecciones, tanto si logra pasar a segunda vuelta como si no.

Si lo logra, la candidatura de Pérez podría acentuar las divisiones y fracturas existentes entre el progresismo correista, caracterizado por su alineación con otros movimientos progresistas de todo el mundo, con los que comparte el proyecto de un Green New Deal, y el indigenismo ambiguo de Pérez, quien, al tiempo que expresa la voluntad de reafirmar los principios y demandas de los pueblos indígenas del Ecuador toma también distancia tanto del indigenismo como del izquierdismo de ascendencia bolivariana. (En una reciente entrevista, Manuela Picq, actual esposa de Pérez, dejaba muy claro el afán de Pérez de distanciarse del modelo de Evo Morales y, en general, de una izquierda “bolivariana”, a la que sorprendentemente acusó de “estalinismo”).

Pero si no logra pasar a segunda vuelta (al momento de publicar esta nota, ese parece ser el escenario más probable), Pérez seguirá teniendo un rol definitivo en la segunda vuelta, especialmente por el sentimiento y la posición anti-correista de Pachakutik. Encumbrado por la prensa liberal como un auténtico “fenómeno” y rara avis de la política regional, Pérez ha sido también cuestionado por medios más críticos de instrumentalizar el movimiento indígena de su país y ser a su vez un instrumento de la derecha oenegera, que ha logrado cooptar el discurso “pachamámico”, aunque se trate apenas de un discurso conveniente y artificial.

Encumbrado por la prensa liberal como un auténtico “fenómeno” y rara avis de la política regional, Pérez ha sido también cuestionado por medios más críticos de instrumentalizar el movimiento indígena de su país y ser a su vez un instrumento de la derecha oenegera, que ha logrado cooptar el discurso “pachamámico”, aunque se trate apenas de un discurso conveniente y artificial

En concreto, el sentimiento y la apuesta anti-correista podrían ser determinantes a la hora de fraguar una alianza entre el candidato de la derecha, Lasso, y el candidato indigenista, cuyas relaciones han sido más que cordiales a lo largo de los últimos años. Esta antipatía común por Correa parece ser mucho más fuerte que la simpatía entre ellos, circunstancia que pone en aprietos al joven y carismático Andrés Arauz.

En cualquier caso, lo que parece estar en juego en el ajedrez electoral en Ecuador es la posibilidad de retomar el camino del progresismo internacionalista o experimentar con un nuevo ciclo que no se sabe realmente qué aspecto tendrá. Lo cierto es que el pueblo ecuatoriano ha venido apostándole al progresismo desde la primera elección de Correa; incluso la elección de Lenin Moreno se dio en este contexto (que Moreno haya luego traicionado el legado y el proyecto correista es un asunto totalmente ajeno a la voluntad de los electores).

lo que parece estar en juego en el ajedrez electoral en Ecuador es la posibilidad de retomar el camino del progresismo internacionalista o experimentar con un nuevo ciclo que no se sabe realmente qué aspecto tendrá

Arauz representa la opción de retomar la senda del correismo vilmente traicionado por Moreno. Más aún, Arauz, quien actualmente es miembro del Consejo de la Internacional Progresista (organización política que agrupa a diversos líderes de izquierda en todo el mundo y entre los que se cuentan Bernie Sanders, Ada Colau, Yanis Varoufakis o Gustavo Petro) tendría, además, la misión, cara a la Internacional Progresista, de aportar en la construcción del pacto social y ambiental denominado Green New Deal, centrado en la lucha contra el calentamiento global y la especulación financiera. Por supuesto, deberá también corregir los múltiples errores de la política extractivista propia del correismo, misma que le ha granjeado la animadversión del movimiento indígena en el país. (Preciso es recordar que uno de los críticos más instruidos de Correa ha sido el intelectual Alberto Acosta, quien fuera presidente de la Asamblea Constituyente que dio origen a la actual Carta política del país y, además, uno de los ideólogos de la Revolución ciudadana de Correa).

En un clima político regional caracterizado por la venezualización del debate, la sempiterna satanización de las izquierdas (la acusación de “estalinismo” de la esposa de Yaku Pérez es perfecta muestra de esto), los golpes de estado blandos vía lawfare y una crisis ambiental, monetaria y humanitaria cada vez más sangrante, urge retomar (y corregir) el rumbo del progresismo. La elección de este año en Ecuador podría significar el resurgimiento de una revolución popular similar a la que dio origen a la «década ganada» o la consolidación de los nacionalismos de derechas. De ahí la importancia de estas elecciones.


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