Por Edwin García

El 3 de junio de 2021, el diario El Tiempo publicó un artículo de la columnista (y ojalá próxima congresista) Sara Tufano titulado “Andar Constituyente”. En su buen estilo, Sara invita al debate sobre el sustancioso asunto de un proceso constituyente. Por medio de estas líneas me arriesgo a plantear algunas ideas para aportar en este debate.

Empiezo por señalar que la idea de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) no me parece descabellada; es más, coincido en que este momento actual puede ser caracterizado como un momento constituyente o, más exactamente, un momento destituyente, en el cual amplios sectores de la sociedad colombiana, en especial sus jóvenes, derriban referentes de lo viejo y obsoleto, de las decadentes formas mafiosas, las cuales se ven amenazadas por formas multicolores, diversas, de inclusión y justicia social. Estas nuevas formas aun no terminan de nacer, pero se han estado gestando hace décadas, enfrentándose a aquellas viejas formas oscurantistas para destituirlas e ir constituyendo una Colombia democrática, en paz.

este momento actual puede ser caracterizado como un momento constituyente o, más exactamente, un momento destituyente, en el cual amplios sectores de la sociedad colombiana, en especial sus jóvenes, derriban referentes de lo viejo y obsoleto

Es necesario diferenciar los dos elementos que aquí se abordan: el Proceso Constituyente y la Asamblea Constituyente. Según se ha concebido, el Proceso Constituyente es una dinámica muy amplia, especie de marco general en que se reacomodan las relaciones de poder a través de la participación directa de la ciudadanía, la cual debate y define los criterios generales de una nueva forma de organización estatal y social, o sea, un nuevo marco constitucional.

La Asamblea Constituyente que aquí reivindicamos como necesaria para nuestro país, vendría a ser una estación dentro de ese Proceso Constituyente, en la cual se le da forma a un nuevo texto constitucional, atendiendo los criterios generales que dictó la ciudadanía. Esta Asamblea Constituyente, entonces, le debe obediencia al Proceso Constituyente que es de donde emana el espíritu del nuevo marco constitucional.

Ciertamente, el tema de una Asamblea Constituyente genera preocupaciones válidas, muchas de las cuales pueden resolverse si se entiende que la manera de brindarla es a través del proceso constituyente que la enmarca.
La cuestión puede plantearse así: la ciudadanía en sus espacios cotidianos, a saber, universidades, empresas, sindicatos, gremios, barrios, veredas, entre otros, debate los criterios del nuevo marco constitucional, en lo económico, político, social, cultural, étnico, educativo, de salud, etc. Recogidas estas ideas generales, se llevan al seno de una Asamblea Nacional Constituyente que organizará el articulado y le dará forma de texto constitucional armónico.

La Asamblea Constituyente debe ser elegida con nuevos criterios definidos previamente por la misma ciudadanía, para evitar que en ella se filtren los politiqueros de siempre, causantes de la grave crisis moral que hoy padece el Estado. Sin pensar mucho, se nos viene a la mente la idea de una elección sin financiación privada y, si se quiere ir más lejos, sin autopostulaciones, lo que significa que los candidatos deben ser postulados por terceros con base en sus aptitudes y sus antecedentes a favor del pueblo.

Con estos criterios ya estipulados, deben elegirse personas por sectores sociales, es decir, jóvenes, estudiantes, mujeres, indígenas, comunidades negras, sindicatos, gremios, entre muchos otros que se puedan reconocer. Debe incluirse el muy importante criterio de paridad de género, así como un criterio regional, para darle mayor representación a los territorios. Simultáneamente a las sesiones de la ANC sus integrantes deben reunirse con sus electores para realizar ejercicios de intercambio de ideas permanentemente.

La movilización ciudadana es fundamental en todo el proceso, para respaldarlo y fiscalizarlo, para participar y propiciar los escenarios de encuentro, para preservarlo de los corruptos y mafias electorales.
La opinión de esa ciudadanía activa y movilizada será la que se plasme en esa nueva constitución, finalmente esa es la voz de la democracia. La nueva constitución debe aprobarse mediante el voto popular.

Coincidiremos en que un gobierno profundamente democrático le daría un impulso definitivo a este proceso, determinando con su liderazgo y conducción, junto a la ciudadanía movilizada, que el poder del estado se mueva a favor de este ejercicio de por sí transformador.

Un proceso de esta envergadura iría a la raíz de los problemas y rebasaría de lejos el estrecho margen en que se desenvolvió la Asamblea Nacional Constituyente del 91. El carácter limitado de la actual Constitución, también es causa del estallido social actual; además, una constitución que no se aplica, es una constitución inservible, quizá porque no convocó suficientemente a la ciudadanía para que esta la sienta como suya y defienda a capa y espada su aplicación.

una constitución que no se aplica, es una constitución inservible, quizá porque no convocó suficientemente a la ciudadanía para que esta la sienta como suya y defienda a capa y espada su aplicación

Un proceso constituyente como el que aquí se plantea, nos pondría a la vanguardia de un nuevo derecho constitucional, pondría en sintonía la ciencia jurídica con la dinámica social, y al estado de cara a una sociedad y una juventud que se expresa hoy día exigiendo nuevas formas, así como la necesidad de establecer nuevos paradigmas de modernidad, desarrollo y democracia.

Posdata. Cuando terminaba estas líneas, se dio a conocer un pronunciamiento titulado: “Comunicado Conjunto Glorieta de la Lucha Siloé, Punto de Resistencia la Nave”, emitido por la Unión de Resistencia Comuna 20, en el cual se señala que “es hora de transformar nuestros territorios Paro Barrio Adentro (…) lo cual implica mesas de trabajo con la comunidad (…)” Iniciativas como estas pueden representar el germen de un proceso constituyente que convoque, a lo largo y ancho del territorio nacional, a la ciudadanía a deliberar y decidir sobre sus territorios y realidades.

Foto: Yender Fonseca @ Unsplash


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