Por Andrés Cuervo*
«Que los traten bien,
porque ellos (los actores)
son los resúmenes y breves crónicas de los tiempos».
W.S.
El teatro es el escenario donde se ponen de manifiesto los conflictos humanos para develar su naturaleza más íntima. El mejor ejemplo de ello está en la más representativa de todas las dramaturgias del más representativo de todos los dramaturgos: Hamlet de Shakespeare. Un príncipe acongojado aprovecha la presencia de una compañía de cómicos para representar el posible magnicidio de su padre a manos de su tío, el nuevo rey, con complicidad de su propia madre. Si su tío y su madre muestran incomodidad frente al espectáculo significará la confirmación de su culpa sobre sus acciones criminales. En efecto, Gertrudis se escandaliza y Claudio manda a detener la presentación en un acto de clara censura.
Nuestra historia, como país, está tan cargada de oscuridades y sin sentidos que, incluso sobre el escenario, donde las mismas luces del teatro deberían esclarecer la conducta humana, los conflictos se presentan de manera nebulosa, fragmentada y confusa. Así es nuestra verdad.
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