Por Edwin García
Al escuchar la reciente entrevista en W Radio del comandante Pablo Beltrán, del Ejército de Liberación Nacional – ELN, surgen algunas consideraciones que me aventuraré a exponer en estas líneas. No es fácil escribir ni hablar sobre el tema del ELN y los diálogos de paz que sostiene con el actual gobierno; por una parte, porque la prudencia no me avala para juzgar arrebatadamente el proceder de esta guerrilla y, por otra, porque la construcción de un acuerdo de paz es sumamente compleja.
Para abordar dicho asunto haré un esfuerzo, superior al acostumbrado, para escoger bien las palabras, de modo que no surjan altisonancias, supuestos axiomas, ni mucho menos juicios irresponsables en materia tan delicada.
Lo primero que quiero señalar es mi respeto hacia el ELN, organización rebelde con casi 60 años de existencia, en la cual han militado valerosos hombres y mujeres impregnados por sentimientos de justicia social, transformación política y económica de las inicuas estructuras de nuestro país. Grandes nombres de Colombia y el mundo llenan la historia de esta expresión político-militar.
El ELN surgió en el marco de unas condiciones históricas específicas, en las cuales la lucha armada se constituyó en una bandera legítima de los pueblos del continente. Muchos jóvenes asumieron y encararon el reto de la lucha armada y la clandestinidad con suma valentía y pundonor: se hizo lo que se debía hacer en el momento que se debió hacer. Hoy, considero que las condiciones continentales y nacionales han cambiado, generándose un desgaste de la lucha armada como producto de fenómenos tales como el narcotráfico, que han degradado la confrontación a un nivel impensado en los primeros años de aquella lucha.
Dicha degradación es acaso el resultado lógico de una guerra tan prolongada, la cual, por la inercia de un conflicto social, político y económico tan complejo, terminó ultrajando la condición humana a niveles inimaginables e insoportables. Frente a esto adquiría más sentido la idea martiana de una guerra rápida y segura, más en un teatro de operaciones tan extenso como Colombia, donde la dispersión de la fuerza guerrillera facilita su descarrío y dificulta su control por parte de un mando central.
Precisamente, las circunstancias geográficas de este país, sumadas a las características del adversario (superior en medios técnicos y recursos), no permitieron llevar a cabo una guerra rápida bajo parámetros de segura victoria y, al prolongar su culminación, las guerrillas se enfrentan a un momento de dificultades sin precedentes respecto a sus posibilidades militares y de escaso nivel de simpatía política en la sociedad, contrario a otros momentos en que tuvieron mayor pie de fuerza y una respetable consideración de la opinión pública.
Cabe señalar que la lucha histórica del pueblo colombiano, dentro de la cual debe contarse la lucha guerrillera (en algunos momentos incluso como vanguardia de las expresiones populares), ha abierto importantes espacios desde los cuales se disputan hoy con mayor énfasis las posiciones de poder por vías legales y constitucionales. Resultado de este devenir histórico es la presidencia de la República que los sectores alternativos obtuvimos en las elecciones de 2022, así como un número importante de curules en el Congreso del República, incluidas las 10 curules que corresponden al Partido Comunes como derivación del Acuerdo de Paz de La Habana.
No creo que el gobierno de Petro sea perfecto, de hecho, tiene muchos defectos y errores, pero es mejor que cualquier gobierno de derecha; es decir, discrepo respetuosamente del comandante Beltrán en cuanto a que sea más fácil dialogar con cualquier gobierno de derecha que con el gobierno actual: tal aseveración desatinada del jefe guerrillero tiende la alfombra roja a la derecha para regresar a la Casa de Nariño.
Aun así, me parece importante decir que tiene razón el ELN en algunas preocupaciones para atender rápidamente las denuncias respecto a supuestos intereses personales y económicos de algunos representantes del gobierno en la mesa de diálogos, los cuales, presuntamente, estarían negociando prebendas con empresas multinacionales.
Sin embargo, es también relevante señalar que para llegar a un acuerdo se requiere una profunda voluntad y convicción de paz, eso permite superar los obstáculos que se presenten. Y me parece que el ELN aún carece de esa profunda convicción para llegar a un acuerdo, quizá porque todavía esté atrapado en los «cálculos políticos».
Una mesa de diálogos con un estado como el colombiano, enredado en marañas jurídicas insondables, diseñado para la inequidad, la corrupción y la guerra, siempre va a enfrentar muchos obstáculos. Si la guerrilla no tiene voluntad de paz, se queda en esos obstáculos, emitiendo comunicados para señalar la responsabilidad del Estado en la ruptura de los diálogos. Pero, demostrar que el Estado tiene la responsabilidad de la ruptura de la mesa no beneficia al país, solo constituye una constancia histórica que no salva vidas.
Está claro que a la oligarquía nada le han importado las vidas sacrificadas en el conflicto: finalmente son vidas de gente pobre; pero a los revolucionarios sí deben importarnos esas vidas, por lo cual debemos tener la responsabilidad suficiente para no lanzar al campo de batalla a jóvenes que perecen infructuosamente en una guerra sin perspectivas de victoria. Es la responsabilidad histórica que reclamamos de los mandos del ELN.
Quiera la providencia que esta guerrilla pronto entienda esta premisa moral para superar la etapa militar de esa organización; que pronto nos encontremos a estos jefes y “su muchachada” en las plazas públicas, contribuyendo a avanzar en un proyecto transformador, aupando contingentes de ciudadanos y ciudadanas con una propuesta superior que enganche a las inmensas mayorías de este país: he ahí el reto verdadero que le plantea la Colombia moderna, no deben temerle a ese reto ni ser inferiores a esa tarea histórica, porque con la misma valentía y entereza que se requiere para la guerra, y aun con más grandeza, deben encarar la paz.
No hay caminos seguros, hará falta mucha creatividad para salir de la “comodidad” de lo conocido y lanzarse a nuevos horizontes, inciertos sí, pero, finalmente revolucionarios.
Foto: Flickr CNP / Mesa de Diálogos de Paz Gobierno – ELN
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