Por Fernando Enríquez
(x.com/enriquezdafer)

La Carta de Jamaica, redactada por Simón Bolívar el 6 de septiembre de 1815, se presenta como un manifiesto político en el que el Libertador analiza y proyecta el futuro de las naciones americanas. En el contexto de una América aún sometida al yugo español, Bolívar no solo expone la crueldad del colonialismo, sino que también formula una crítica incisiva a la incapacidad de las potencias europeas para comprender la realidad latinoamericana. En esta misiva, Bolívar expone la desesperación que viven los pueblos de América bajo el sistema colonial y esboza la necesidad de la emancipación, no como un simple capricho, sino como un destino inevitable.

El texto, por tanto, no es el grito desesperado de un hombre derrotado
—Bolívar se encontraba en una etapa de exilio tras haber sufrido una serie de derrotas militares— sino la construcción de un pensamiento estratégico que articula la independencia americana como un proyecto regional y no solo como la sumatoria de esfuerzos aislados. Bolívar comprende que la fragmentación es el principal obstáculo para la libertad. La carta señala de manera explícita la necesidad de una unidad continental, anticipando las dificultades que tendrían los países latinoamericanos al intentar consolidar su soberanía sin una alianza robusta entre ellos.

En su análisis, Bolívar se enfoca en dos puntos clave: la importancia de la
independencia política y la urgencia de un modelo de gobierno adecuado para la realidad latinoamericana. A través de su pluma, denuncia no solo los horrores del colonialismo, sino también los vicios del antiguo régimen, que perpetúa la desigualdad. En este sentido, su crítica se extiende a las élites criollas, a las que percibe más interesadas en mantener sus privilegios (caso de Pasto) que en luchar por la verdadera emancipación del continente. Aquí se vislumbra un pensamiento profundamente revolucionario: la independencia no es solo una cuestión política, sino también social y económica.

La Carta de Jamaica revela la capacidad de Bolívar para pensar en términos históricos y estructurales. El Libertador no se conforma con la simple descripción de los hechos: va más allá y plantea una serie de preguntas fundamentales sobre el futuro de América Latina. ¿Qué tipo de repúblicas deberían formarse? ¿Cómo evitar que las nuevas naciones caigan en manos de tiranos? Estas preguntas demuestran la profundidad de su pensamiento y lo colocan como un precursor del análisis político de nuestra región.

Bolívar, en su texto, no es solo un hombre de armas, sino también un pensador con una visión integral sobre el destino de América Latina. En un pasaje particularmente relevante, reflexiona sobre el rol que jugarán las potencias extranjeras en el futuro de las nuevas naciones. Es aquí donde revela su intuición geopolítica: prevé la injerencia de otras naciones en los asuntos internos de América, advirtiendo sobre los peligros que representarán las nuevas formas de colonialismo, ya no exclusivamente europeas, sino también norteamericanas.

Desde una perspectiva marxista, la Carta puede leerse como una crítica temprana al imperialismo y a las estructuras de poder económico que perpetúan la dependencia de América Latina. Bolívar, si bien no es un revolucionario en el sentido marxista clásico, es consciente de las desigualdades inherentes al sistema colonial y del riesgo de que las nuevas repúblicas reproduzcan las mismas dinámicas de explotación y opresión.

Aquí radica uno de los aspectos más profundos de su pensamiento: la
independencia política, por sí sola, no garantizará la verdadera emancipación si no va acompañada de transformaciones sociales profundas. En este sentido, la Carta sigue siendo un texto plenamente vigente. La lucha por la unidad latinoamericana y la búsqueda de un modelo de desarrollo independiente continúan siendo desafíos fundamentales. El análisis de Bolívar sobre la fragmentación y la dependencia externa resuena en la actualidad, en la que nuestros países siguen enfrentando la injerencia de
potencias extranjeras y los problemas derivados de un sistema económico
global que favorece la concentración de la riqueza.

Finalmente, es importante destacar la grandeza del hombre detrás de esta obra. Bolívar no solo es un líder militar que condujo ejércitos hacia la liberación de varias naciones, sino un visionario cuya capacidad para comprender las tensiones y dinámicas sociales de su época lo convierten en una figura fundamental de nuestra América. Su pensamiento trasciende el contexto de la lucha por la independencia y nos invita a reflexionar sobre los problemas estructurales que aún persisten en nuestra región. La Carta de Jamaica, más que un simple testimonio histórico, es un llamado a la acción y un recordatorio de la importancia de la unidad y la justicia social en la construcción de un futuro verdaderamente libre.


Síguenos en nuestras redes:

Facebook: columnaabiertaweb
Twitter: @Columna_Abierta
Instagram: columnaabierta/