Por David Paredes
Sabemos que hay abuso policial apoyado por paramilitares; lo sabe casi todo el mundo, pero seguimos implicados en juegos de palabras que terminan por hacernos pensar que lo evidente es dudable. O vemos fotografías y videos de reuniones en las cuales el presidente departe con el narcotraficante que, además, afirmaba ser su gran amigo y haber conocido la orden que diera Uribe para comprar votos, pero seguimos en vilo ante la imposibilidad de comprobar lo evidente. En estas circunstancias es perceptible la existencia de al menos dos fuerzas políticas: una dedicada a encubrir y otra empeñada en develar.
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