
A 40 años de aquel vuelo fatal
Por Edwin García
“¡Carajo pa’ ese Flaco!, / que jamás se debió morir, / cómo se le ocurrió ir / en el puto “pajarraco”, / y, siendo él tan berraco, / no ver la falta que hace / a este pueblo que yace / postrado y humillado, / esperando el llamado / que a la pasión abrace.”
A mi parecer, en la vital asignatura de entender el país y su gente y desprenderse de dogmas, además de Bateman podemos destacar dos aventajados más: Camilo Torres Restrepo, quien en la época más fuerte de los sectarismos de izquierda, cuando los prejuicios derivados de ideas preconcebidas en otras latitudes más se arraizaron en las mentes colonizadas (aunque valientes), se atrevió a la herejía de incorporar el mensaje de Cristo a los proyectos revolucionarios, demostrando una capacidad creadora inigualable. Según el Flaco, a Camilo aun le quedaba mucho por hacer en la lucha legal de las ciudades y campos, pero la falta de visión de la insurgencia dogmática lo lanzó al monte para que la guerra, ajena a su composición, lo consumiera.
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