Por David Paredes

Suelo encontrar cosas que me interesan en los programas de telerrealidad. Entretenimiento vulgar, sí, pero también dilemas éticos, escenificación de rasgos grotescos de la sociedad, metáforas, problemas narrativos resueltos en la posproducción, etcétera. Hace años vi algunos capítulos de un programa aparentemente insípido que no cabía en el molde típico: no tenía el foco puesto en la representación de conflictos socioeconómicos, en la exhibición de talentos especiales o en la ilustración de los extremos a los que llegan las personas en condiciones de aislamiento. Sólo se trataba de seis personas jóvenes que pasaban una temporada en una casa ubicada en Tokio.

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