Por Gustavo Montenegro
La premisa de que una vez terminada la cuarentena saldríamos convertidos en una humanidad transformada, dispuesta a mejorar nuestros hábitos, convencida de darse una oportunidad de renovación desde la multidimensionalidad del ser y motivada por la esperanza que llega de la mano de la crisis, parece derrumbarse a pocos días de que, al menos en Colombia, se retorne a una cotidianidad que, por lo visto, seguirá su curso de normalidades perversas, con la diferencia de que esta vez se vestirá de trajes antifluidos, mascarillas, tapabocas y guantes.
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