Por Ximena Idrobo Obando
Incomodarse puede ser el primer paso para reconocer las violencias contra las mujeres, pues estas son naturalizadas en nuestra cultura; por ejemplo, socialmente no se considera como violación el acceso carnal violento de un hombre hacia su esposa, ya que, según el mandato patriarcal, las mujeres deben cumplir con los “deberes conyugales” y obedecer a la autoridad de los hombres. Enmascaramos las violencias como actos de demostración de amor; se romantizan los celos y el control, naturalizándose estos hechos dañinos, evitando el reconocimiento del peligro que representan para la vida de las mujeres, y justificando el ejercicio violento, incluso en los casos de feminicidios.
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