Por Edwin Manuel García

El asunto de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) genera mucha controversia, más cuando sectores retardatarios se han apropiado de ella para proponer un esperpento que contradice la esencia misma de esta figura, que por excelencia debe ser reparadora del tejido social. Nada más necesario que una profunda ANC, amplia y general, para un país que ya no aguanta más, en el que desde hace mucho tiempo no son suficientes las reformas superficiales ni los paños de agua tibia: nuestros códigos, y la misma constitución del 91, son colchas de retazos que pretenden resolver con minucias leguleyas lo que requiere el concurso muy activo de toda la ciudadanía.

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